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Los ‘petrovideos’

Por : Luis Carlos Vélez

Los ‘Petrovideos’ son asquerosamente reveladores. Son problemáticos tanto de fondo como de forma y no dejan bien parado al candidato. Seguramente no lo afectarán frente a su leal público de base, pero sin duda espantarán a los que le daban el beneficio de la duda y recientemente se estaban inclinando por el voto en blanco.

Sobre el problema de fondo, estos desnudan la estrategia de la campaña de Gustavo Petro. Evidencian que, en lugar de la discusión de las propuestas, dedican horas a la construcción de narrativas para destruir la reputación de sus contrincantes. Las grabaciones tienen el mismo efecto que producen las excursiones a conocer el proceso de elaboración de las salchichas, quitan las ganas de comerlas.

Sobre el problema de forma, los documentos visuales dejarían al descubierto una intrincada pelea interna de poder. Lo que se conoce hasta ahora es una colección de videos filmados y grabados por personas en el interior de la campaña, principalmente Alfonso Prada, que alguien luego filtró a esta revista.

¿Quién y por qué lo hizo? Eso es un misterio, pero lo que está claro es que el objetivo es darle un duro golpe a la campaña del candidato de la Colombia Humana desde su interior. ¿Es una pelea por el control del candidato?, ¿es una rivalidad entre grupos de poder internos o una lucha por futuros ministerios? Vaya uno a saber. Eso sí, definitivamente no parece una chuzada. Es fuego amigo. Un trabajo interno.

¿Cuál ha sido la respuesta? Confundir y victimizarse. Petro, Roy y Prada son los maestros en convertir las realidades malas en falsedades buenas. Cada vez que se les descubre con las manos en la masa, culpan a sus enemigos y fabrican fábulas para exculparse y mostrarse como agredidos. Esta no fue la excepción. Tan pronto como se conoció el contenido de los ‘petrovideos’, el Dr. Prada dio una rueda de prensa en la que no hizo referencia a la gravedad de la estrategia de destrucción que revelan los videos, sino que se limitó a anunciar una denuncia por supuestas infiltraciones y a atacar a quienes no comulgan con su pensamiento. Posó de víctima y fue seleccionado para entregar explicaciones. ¿Por qué él?

Esto nos lleva a reflexionar sobre qué lleva a que un candidato permita que una estrategia de este tipo sea la que prevalezca en su campaña. Nos lleva a preguntar, ¿qué clase de líder es aquel que piensa que todo vale para salir victorioso?, ¿qué clase de mandatario será aquel que está convencido de que el fin justifica los medios?, ¿qué clase de persona es la que comulga con la destrucción de su contrario?

Tal vez una respuesta es que Gustavo Petro siente que ha sido atacado de tal manera que le parece razonable todo su proceder. Tal vez esté convencido de que las supuestas atrocidades a las que, según imagina, ha sido sometido, merecen toda la ira de su ser. Tal vez en su persona hay razones que lo justifiquen, pero eso no significa que deje de ser peligroso.

En conclusión. No se le puede confiar el poder más grande de una nación a alguien que no ha podido curar las heridas de su recorrido. No puede recibir tamaña responsabilidad alguien que encuentra razones para avalar una campaña de ese tenor. No es fiable alguien que aparentemente es aún rehén de sus sentimientos y potenciales venganzas.

Gustavo Petro es definitivamente un líder, pero como lo explica la profesora de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, Barbara Kellerman, en su libro Bad Leadership, para arreglar los problemas hay que reconocer que también existe un lado oscuro en aquellos que buscan posiciones de liderazgo, que en algunas oportunidades se apodera de la persona y permea profundamente a sus compañeros y seguidores. Es simplemente una aberración del poder. Hay algo en Petro que irradia ese liderazgo negativo que avala estrategias para acabar con sus contrarios y amenazar con violencia –como lo ha hecho la primera línea– si pierden las elecciones.

Seguramente dentro de las propuestas que ha hecho Petro hay algo de sensatez; de hecho, su diagnóstico de Colombia es el más acertado. Pero mientras sigan apareciendo evidencias como los ‘petrovideos’ de que se trata de un líder que aún guarda tanto resentimiento, darle las llaves del poder más importante de la nación solo será garantía de una muy larga y oscura noche.

Ojalá esto rompa la burbuja de los que, muy dignos, hoy dicen que no van a votar o votar en blanco. Hay que romper el celofán de la superioridad moral o intelectual para tomar partido por el país. Eso de sentarse a ver cómo la casa de todos se quema no tiene nada inteligente y mucho menos de digno. Ocho días.

Tomado de Semana

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