El impacto de la Ley Ángel dependerá de la voluntad institucional, la formación de operadores judiciales y la construcción de una ciudadanía empática frente al sufrimiento animal
En esto coincidieron los expertos que participaron en el conversatorio Hablemos sobre los derechos de los animales, que se realizó en la Universidad del Rosario.
- La Senadora Andrea Padilla dijo que desde 2016 se hicieron más de 15.500 denuncias de maltrato animal y solo hubo 212 condenas.
“La Ley Ángel es una respuesta contundente al dolor que causa el maltrato animal y a la indiferencia institucional que lo ha permitido durante años”. Así lo afirmó Andrea Padilla, Senadora y autora de la ley, durante un conversatorio que organizó la Universidad del Rosario sobre los derechos de los animales.
Con datos preocupantes, más de 15.500 denuncias de maltrato animal desde 2016 y solo 212 condenas, Padilla explicó que esta nueva ley ajusta las penas de prisión, establece diferencias entre quienes causen lesiones y quienes provocan la muerte a un animal e impide que los condenados puedan volver a tener animales. Además, se crean procesos verbales más rápidos, obligando a que los inspectores citen audiencias en máximo cinco días.
La Senadora también enfatizó en la urgencia de fortalecer las capacidades de las autoridades locales para implementar la ley de manera efectiva, especialmente en zonas rurales donde el acceso a la justicia es limitado. "La Ley Ángel no puede quedarse en el papel. Debemos garantizar que cada municipio cuente con personal capacitado para recibir y tramitar denuncias de maltrato animal en el menor tiempo posible", subrayó Padilla.
La ética animal desde la academia y el rol de la justicia
Diana Rocío Bernal, codirectora de la Maestría en Bioética y Bioderecho de la Universidad del Rosario, dijo que “la Ley Ángel es también una declaración ética: no podemos seguir conviviendo con el maltrato como si fuera normal”.
Desde su perspectiva, la norma trasciende lo jurídico para plantear un llamado moral a la sociedad: reconocer a los animales como seres sintientes y actuar en consecuencia. Bernal celebró que la ley obligue a capacitar anualmente a jueces, fiscales y policías en temas de protección animal, un paso fundamental para asegurar que los operadores de justicia comprendan la gravedad del maltrato y apliquen las sanciones de manera efectiva.
Además, Bernal subrayó la importancia de que la academia asuma un rol activo en la transformación de la cultura hacia los animales. "En la universidad estamos comprometidos en educar no solo a futuros abogados, sino a ciudadanos que comprendan que el maltrato animal es una forma de violencia que debe erradicarse", enfatizó.
Asimismo, hizo un llamado para que cada municipio adopte una Ruta Nacional de Denuncia por Maltrato Animal, con canales claros y accesibles, garantizando un proceso rápido y efectivo.
Recursos para el bienestar animal
Para Luis Domingo Gómez, abogado constitucionalista, el gran valor de la Ley Ángel radica en que transforma un ideal ético en una política pública concreta. Destacó el carácter innovador de la norma, que actualiza el Estatuto Nacional de Protección Animal de 1989, adaptándolo a los desafíos actuales en materia de bienestar animal. "Esta ley no solo refuerza el marco legal existente, sino que también garantiza mayor eficacia en su aplicación al fortalecer las competencias administrativas de los entes territoriales", sostuvo.
Uno de los aportes más significativos, explicó Gómez, es la creación de fondos municipales exclusivos para la protección animal, financiados con las multas por maltrato. Estos fondos, permitirán implementar programas de rehabilitación para animales víctimas de maltrato, así como campañas de educación comunitaria para fomentar una cultura de respeto hacia los animales.
Desde el activismo, Viviana Nieto, fundadora de la Asociación Mi Mejor Amigo, subrayó que, más allá de la protección legal, la Ley Ángel debe invitar a sanar, cuidar y rehabilitar a los animales maltratados. "Esta ley protege legalmente, pero también debe invitarnos a sanar, a reconstruir el vínculo humano-animal desde la compasión y el respeto", señaló Nieto.
Sandra Rojas, vocera del Observatorio Animalista, insistió en la necesidad de una ciudadanía vigilante y activa: “la Ley Ángel es un punto de partida, no de llegada”. Rojas hizo un llamado a las organizaciones sociales para crear redes de monitoreo y denuncia que aseguren el cumplimiento de la ley, especialmente en zonas vulnerables donde el maltrato animal pasa desapercibido.
Por su parte, Paula Hernández, voluntaria del colectivo Protective Wolf del Instituto SERES de la Universidad del Rosario, resaltó el rol de las nuevas generaciones en la consolidación de una cultura de respeto y compasión hacia los animales: “Esta transformación no será posible si no educamos desde la infancia en empatía, en responsabilidad y en compasión”.
Hernández destacó la necesidad de integrar contenidos de protección animal en los programas escolares, afirmando que "La educación es la base para crear una sociedad más empática y consciente del sufrimiento
animal".
Los expertos coincidieron en que el impacto de la Ley Ángel dependerá de la voluntad institucional, la formación de operadores judiciales y la construcción de una ciudadanía empática frente al sufrimiento animal. Además, resaltaron que este tipo de espacios académicos son esenciales para reflexionar sobre los alcances y desafíos de la ley, y para articular esfuerzos entre el Estado, la academia y la sociedad civil en la construcción de una cultura de respeto hacia todos los seres vivos.
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